Oda a dos cigarrillos que no me fumé en Lisboa, o de como cualquier excusa es buena cuando tienes ganas de escribir y te encuentras solo en casa.Esta noche solo en casa
viendo el filme de un gurú,
tras un tinto y unas tapas
me apeteció, tururú,
después de un par de cubatas,
fumar un Marlboro Light,
no era un tabaco cualquiera,
era un pito portugués
como Pessoa y como Amalia,
como la Alfama o el fado,
como un buen vino de Oporto,
o un buen pastel de Belem.
Dos cigarros me quedaban
en su caja de cartón,
no sé donde los compré
pero su aroma me lleva
tras un buen postre de nata
y un bacalao en su salsa,
a las tardes de Lisboa
y sus calles empinadas.









