Hace 6 años aproximadamente conocí a través de chat a una chica muy agradable cuyo nombre es Cristina. Vive en Berna (Suiza) aunque ella es boliviana, de Santa Cruz.Vino a visitarme a Gran Canaria y pasamos una semana muy divertida, hice de cicerone por la isla y fue gracias a ella, y más adelante contaré cómo, conocí a mi mujer, aunque curiosamente ellas no se conocen.
Después de su estancia en Gran Canaria, como no podía ser de otra manera, le devolví la visita y allá que me presenté en Berna con dos amigos. La verdad es que lo pasamos muy bien y fue una grata experiencia puesto que nunca había salido de turismo con amigos. Conocimos Berna por supuesto, Ginebra, Interlaken, Morten, Friburgo y Lucerna. La verdad es que Cristina nos acogió de una manera exquisita.
Como anuncié anteriormente voy a contar cual es la relación entre conocer a Cristina y haber conocido a mi mujer, Dunia. Era jueves por la noche y yo me encontraba con Cristina en un bar, muy pequeño pero con mucho sabor del barrio de Vegueta en Las Palmas de Gran Canaria, y en eso que entran un chico y una chica y se sitúan en la barra. Después de un rato comienza a sonar una guitarra y con la excusa de pedir una copa, me acerco a la barra y me pongo a tararear un bolero que tocaba el chico que había entrado hacía un rato. Me preguntó que si quería cantar y ahí que me arranqué yo, que como decía mi suegro, –tú vas con un cuarto de vuelta– haciendo referencia a los coches antiguos que se ponían en marcha haciendo girar una manivela. Pues lo dicho, que estuvimos cantando y bebiendo hasta la madrugada. Cuando nos despedimos, el chico de la guitarra que por cierto se llama José nos invitó a un asadero que estaba preparando para ese fin de semana. Le explicamos que no podíamos ir ya que Cristina volvía a Suiza el sábado por la mañana y yo tenía que acompañarla al aeropuerto y el resto del día lo iba a tomar para descansar.
A la semana siguiente volví al bar de Vegueta y a llí me encontré con José, que estaba con dos amigas. La cara de una de ellas me sonaba de verla por Las Palmas y de la otra sabía que la conocía del instituto, también de vista. Estuvimos juntos y nos reimos mucho, la verdad es que los pasamos muy bien. Estas chicas me hablaron de una tercera amiga, ellas siempre salían juntas, de hecho por ser vecinas y de una misma generación se habían criado juntas, resultaron ser Las Melas –apelativo de coñita con el que se refieren entre ellas–. Pues bien, la semana siguiente salieron las tres melas, la tercera resultó ser la mujer con la que años después me casé.
Pues esta es basicamente la relación que existe entre haber conocido a Cristina y haber conocido a mi mujer.
Volviendo al porque del título de esta entrada, tras mis vacaciones en Suiza seguí manteniendo el contacto con Cristina hasta que creo que ambos perdimos nuestros correos electrónicos y pasamos un par de años sin poder comunicarnos. No sé muy bien porque pero hace un par de días me acordé de Cristina y me dio por teclear su nombre en Google y me apareció un resultado en el blog de una chica que resultó ser amiga suya. Inmediatamente escribí un comentario en dicho blog contándole a su amiga la rocambolesca historia y finalmente ha sido ella la que nos ha vuelto a poner en contacto. Agradable reencuentro.
Después de su estancia en Gran Canaria, como no podía ser de otra manera, le devolví la visita y allá que me presenté en Berna con dos amigos. La verdad es que lo pasamos muy bien y fue una grata experiencia puesto que nunca había salido de turismo con amigos. Conocimos Berna por supuesto, Ginebra, Interlaken, Morten, Friburgo y Lucerna. La verdad es que Cristina nos acogió de una manera exquisita.
Como anuncié anteriormente voy a contar cual es la relación entre conocer a Cristina y haber conocido a mi mujer, Dunia. Era jueves por la noche y yo me encontraba con Cristina en un bar, muy pequeño pero con mucho sabor del barrio de Vegueta en Las Palmas de Gran Canaria, y en eso que entran un chico y una chica y se sitúan en la barra. Después de un rato comienza a sonar una guitarra y con la excusa de pedir una copa, me acerco a la barra y me pongo a tararear un bolero que tocaba el chico que había entrado hacía un rato. Me preguntó que si quería cantar y ahí que me arranqué yo, que como decía mi suegro, –tú vas con un cuarto de vuelta– haciendo referencia a los coches antiguos que se ponían en marcha haciendo girar una manivela. Pues lo dicho, que estuvimos cantando y bebiendo hasta la madrugada. Cuando nos despedimos, el chico de la guitarra que por cierto se llama José nos invitó a un asadero que estaba preparando para ese fin de semana. Le explicamos que no podíamos ir ya que Cristina volvía a Suiza el sábado por la mañana y yo tenía que acompañarla al aeropuerto y el resto del día lo iba a tomar para descansar.
A la semana siguiente volví al bar de Vegueta y a llí me encontré con José, que estaba con dos amigas. La cara de una de ellas me sonaba de verla por Las Palmas y de la otra sabía que la conocía del instituto, también de vista. Estuvimos juntos y nos reimos mucho, la verdad es que los pasamos muy bien. Estas chicas me hablaron de una tercera amiga, ellas siempre salían juntas, de hecho por ser vecinas y de una misma generación se habían criado juntas, resultaron ser Las Melas –apelativo de coñita con el que se refieren entre ellas–. Pues bien, la semana siguiente salieron las tres melas, la tercera resultó ser la mujer con la que años después me casé.
Pues esta es basicamente la relación que existe entre haber conocido a Cristina y haber conocido a mi mujer.
Volviendo al porque del título de esta entrada, tras mis vacaciones en Suiza seguí manteniendo el contacto con Cristina hasta que creo que ambos perdimos nuestros correos electrónicos y pasamos un par de años sin poder comunicarnos. No sé muy bien porque pero hace un par de días me acordé de Cristina y me dio por teclear su nombre en Google y me apareció un resultado en el blog de una chica que resultó ser amiga suya. Inmediatamente escribí un comentario en dicho blog contándole a su amiga la rocambolesca historia y finalmente ha sido ella la que nos ha vuelto a poner en contacto. Agradable reencuentro.
1 comentario:
Hola Carlos, no paras de sorprenderme, gratamente siempre, eres un artista!.
Que bueno que quieras compartir tus sentimientos, pensamientos, ... con nosotros los enamorados del amor, de la vida, del arte,....
Leyendo como conociste a Dunia, ahora mismo no recuerdo si yo ya conocía la historia. Pero de igual forma me he emocionado, ya que conozco a esa linda persona que has elegido como esposa y a la que yo quiero mucho. Y también porque el tema del amor me puede, sobre todo cuando se trata de historias lindas de mis amigos.
Te animo a que sigas esta aventura de adentrarte en ti mismo y regalarnos parte de ti.
Marcos y yo te queremos mucho.
Besitos,
Anita
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