El mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar? En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. Padre, ¿por qué me trajiste acá?
Gimiendo por ver el mar, un marinerito en tierra iza al aire este lamento: ¡Hay mi blusa marinera! Siempre me la inflaba el viento al divisar la escollera.
...Y ya estarán los esteros rezumando azul del mar. ¡Dejadme ser, salineros, granito del salinar! ¡Que bien, a la madrugada, correr en las vagonetas, llenas de nieve salada, hacia las blancas casetas! ¡Dejo de ser marinero, madre, por ser salinero!
Branquias quisiera tener, porque me quiero casar. Mi novia vive en el mar y nunca la puedo ver. Madruguera, plantadora, allá en los valles salinos. ¡Novia mía, labradora de los huertos submarinos! ¡Yo nunca te podré ver jardinera en tus jardines albos del amanecer!
2 comentarios:
Todo cambia...estoy segura de que aunque a veces no lo parezca, aunque cueste verlo, siempre es para ir a mejor. Ya lo verás!
Nieves
Gracias Nieves por tus palabras siempre cálidas y acogedoras. Ansío vernos pronto y reirnos, y hablar, y contar y cantar y tal y tal y tal…
Un beso
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