
Decir que hoy estoy triste es decir sólo media verdad, realmente me encuentro muy jodido. Practicamente acababa de empezar la jornada cuando alguien en el trabajo me dio la amarga noticia -Antonio Vega ha muerto-. Sabía que se encontraba ingresado y con un estado de salud algo delicado pero, cómo podía ser. Era como si me hubiera hecho a la idea de que algo así no podría ocurrir. Cómo era posible con la cantidad de veces que practicamente lo habían enterrado.
Cómo son las cosas, hace no muchas semanas me vino a la cabeza una pregunta que me hizo mi querida amiga Nieves poco después de asistir a un concierto de Antonio en diciembre de 2008 en la sala Clamores de Madrid. "¿No vas a escribir nada sobre el concierto en tu blog?"
Realmente no sé porque pero ha sido un recuerdo que con cierta frecuencia ha venido a mi cabeza. Creo que le dije que no había tenido tiempo o ganas, en fin no sé muy bien lo que le contesté. Lo que creo realmente que ocurrió, y es lo que he pensado en todas las ocasiones en que recurrentemente me he acordado de aquello, es que tenía miedo de no poder expresar con mis pobres palabras la grandeza y el torrente de sensaciones que me provocó escuchar y ver a Antonio Vega. Un artista al que tanto admiro y que tanta ternura ha despertado en mi, por su fragilidad y por la delizadeza de todo lo que escribió y cantó.
Siempre hemos sabido que pasó su vida haciendo equilibrio sobre el alambre más fino que separa el bien y el mal, pero su frágil salud de hierro nos lo había mantenido vivito durante estos años.
Cómo al fin todo llega y cómo ciertas cosas son inevitables, sigamos disfrutando de su música toda la vida y sigamos aprendiendo de letras y melodías absolutamente perfectas, técnica y emocionalmente.
Ahora podrá pasar el resto de las noches con Marga, y también sus días.
Descanse en paz Antonio Vega
PD. la foto corresponde a un instante del concierto al que me refiero en este post.