martes, 8 de julio de 2008

Yo fui!

Hace ya una semana que regresé de Madrid de disfrutar de una de las experiencias, en lo que a conciertos se refiere, más intensas e inolvidables que he vivido: Rock in Rio Madrid 2008. Que en menos de un día haya tenido la oportunidad de ver en concierto a The Police, Bob Dylan y Lenny Kravitz es algo que creo que no me va a ocurrir muchas veces en la vida.
Antes de nada comenzaré hablando de la buena impresión que me causó la organización del festival, bueno en honor a la verdad he de decir que hubo algo que no me agradó, y es el hecho de que en el momento en que se solapaban los conciertos entre el escenario Mundo y el escenario pequeño, el artista que estuviese actuando en este último, se veía claramente opacado por el sonido del concierto que se programaba en el primero. Pero bueno, aparte de este detalle, como decía anteriormente, creo que la organización y la logística del festival han sido impecables.
Pero pasando a lo estrictamente musical, tengo que reconocer que en el primero de los tres grandes conciertos, en el de The Police, sentí algo que hace tiempo no me hacía sentir la música. Fue tal la emoción que me produjeron las canciones de la mítica banda, que parecía como si desde siempre hubiera estado esperando ese momento. Tanto la voz y el viejo bajo de Sting como la majestuosidad y contundencia de la guitarra de Andy Summers y la elegante y efectiva percusión de Stewart Copeland parecían no haber pasado por el filtro del tiempo. Suenan tan frescos y contundentes como cuando grababan sus primeros discos con esa personalísima mezcla de tendencias como el reggae, el punk y el jazz. Sólo que ya no son unos imberbes y se nota que tienen más de tres décadas de música a sus espaldas. Definitivamente este ha sido, para mi, el mejor concierto del festival.

Me cuesta mucho relegar el concierto de Lenny Kravitz a un segundo lugar pues fue igual de arrollador que el de The Police, pero como las emociones se colocan solas en el lugar que ellas libremente deciden, los tres rubios me conquistaron aquella noche (qué expresión tan poco afortunada teniendo en cuenta que esa misma noche se celebraba la cabalgata de orgullo gay). Pero volviendo al concierto de Lenny Kravitz, con su puesta en escena y su aspecto tan fashion, ofreció una clase magistral de bellísimas melodías y contundentes guitarreos. Músicos de primerísima categoría los que le acompañaban. Tremendo el guitarrista y tremendo también el batería que arreciaba los parches con tal contundencia que te temblaban hasta las cejas.

Por último acerca del concierto de Bob Dylan comentaré que, sin saber bien porqué, esperaba más del viejo trovador de Minnesota. Quizá esperaba un concierto más en la onda "Blowing in the wind", pero el tiempo pasa para todo el mundo y si no lo viví en su momento, parece que ya no es hora de flores en el pelo y haz el amor y no la guerra. Al fin y al cabo lo que realmente creo es que lo tenía idealizado y que en el fondo sólo soy un jodido romántico. Prefería al Dylan que tocaba su guitarra y su armónica mientras entonaba con su voz imperfecta e insegura himnos que denunciaban las guerras y las injusticias del mundo. Pero es alguien al que hay que ver si uno tiene la ocasión.

Pero para terminar diré que lo más importante de todo es que lo pasé increíblemente bien, por la música y por la compañía.

Espero poder repetir en 2010.
SALUD

miércoles, 2 de julio de 2008

Tan poquita fe

Sábado 28 de julio, 08.15 horas, abro la persiana del salón para dejar paso a la luz de la mañana y Oh la la!!! entró el arco iris por mi ventana. Toda una bandera gay ondeando nada más y nada menos que sobre la cubierta de la iglesia. Aunque parezca bastante manido (y reconozco que es así), soy de los que opina que las banderas no son más que trozos de tela que no tienen mucho más valor que eso. Pero en este caso esa bandera multicolor tiene un significado más que simbólico. Con tipos como Paco Bello, otro gallo cantaría a las instituciones eclesiásticas. Todo mi apoyo a este cura ejemplar, como persona y como profesional progresista. Con más curas como este habría menos gente con tan poquita fe.
Conste que el que firma esto es un agnóstico irredento.